PROBLEMAS DERIVADOS

Impacto e implicaciones del daño cerebral adquirido

En las situaciones más graves podemos encontrar alteraciones en el nivel de alerta, tales como las siguientes:

  • Pérdida de conciencia o coma: durante un periodo de tiempo de duración variable, la persona no responde al entorno.
  • Síndrome de vigilia sin respuesta: se producen respuestas motoras reflejas, sin interacción voluntaria con el entorno.
  • Estado de mínima conciencia: puede observarse algún tipo de respuesta de interacción con el entorno.

En estas situaciones, la persona necesita atención especializada de forma permanente.

Son también muy frecuentes los problemas a nivel motor, tales como hemiplejías (parálisis) y hemiparesias (disminución del movimiento), en el lado contralateral al hemisferio lesionado. Los problemas motores pueden igualmente provocar anomalías en la alimentación, como en el caso de la disfagia, o dificultad para deglutir los alimentos, que puede dar lugar a atragantamientos o nutrición inadecuada. 

Se pueden producir alteraciones sensitivas y sensoriales, tales como pérdidas de visión o diplopias, pérdida o disminución del gusto o del olfato, alteraciones en la audición o el equilibrio, pérdidas de sensibilidad al dolor o a cambios en la temperatura, en la propiocepción, etc.

Son frecuentes los déficits en la comunicación, tales como las afasias o alteraciones del lenguaje, que pueden afectar tanto a su producción como a su comprensión, así como a la capacidad de lectura y escritura (alexia y agrafia). Así mismo, pueden producirse problemas en la comunicación como consecuencia de alteraciones a nivel de los músculos fonatorios. Entre ellas podemos destacar la disartria, que consiste en una parálisis de los movimientos de los músculos necesarios para producir el habla, o la disfonía, que conlleva problemas en la emisión de la voz, entre otros.

Alteraciones frecuentes a nivel cognitivo pueden ser la amnesia postraumática, que en algunas personas puede permanecer a lo largo de la vida; los déficits en la orientación, tanto alopsíquica (relativa al mundo externo) como autopsíquica (relativa a la persona); los déficits en las funciones ejecutivas y la atención; o el déficit en la conciencia de las dificultades, que es muy perjudicial pues puede tener un efecto muy negativo en la adherencia al tratamiento.

 

Enfermedades neurodegenerativas

Las enfermedades neurodegenerativas, por su parte, suelen estar asociadas a la edad y son cada vez más frecuentes debido al aumento de la esperanza de vida y, por tanto, de la población mayor. Se caracterizan por la degeneración y muerte de las células del sistema nervioso como consecuencia de la acumulación de proteínas anormales en su interior, y por el deterioro neurológico progresivo que provocan,  que suele acompañarse de una disminución de la independencia personal y de la funcionalidad. En fases avanzadas de la enfermedad, suelen comportar una reestructuración a nivel familiar pues frecuentemente requieren la intervención de un cuidador principal. Entre las más frecuentes podríamos destacar las siguientes:

 

Enfermedad de Alzheimer

Es probablemente la enfermedad neurodegenerativa más conocida, así como la causa más frecuente de demencia. En ella se produce un acúmulo en el cerebro, tanto de proteína amiloide como de proteína tau. Aunque su presentación clínica puede ser variable, suele seguir un patrón evolutivo típico, que se inicia habitualmente con una pérdida progresiva de la memoria episódica, y que da lugar a un deterioro en el recuerdo de hechos autobiográficos recientes. Posteriormente suelen ir apareciendo dificultades cada vez más manifiestas en otras funciones cognitivas, tales como la orientación, el lenguaje, las praxias, las gnosias y la función ejecutiva. 

Además de los síntomas cognitivos mencionados, con frecuencia también aparecen síntomas conductuales y emocionales asociados. 

Toda esta sintomatología da lugar a una afectación progresiva en la funcionalidad de la persona.

 

Enfermedad de Parkinson

Es una enfermedad neurodegenerativa también frecuente. El parkinsonismo es una situación clínica que se define por bradicinesia (lentitud), rigidez, temblor e inestabilidad. En la enfermedad de Parkinson estos síntomas característicos se manifiestan como consecuencia de la pérdida masiva de neuronas de una región del cerebro denominada sustancia negra que tiene, como función principal, la producción del neurotransmisor dopamina. Esta pérdida neuronal se asocia a la presencia de inclusiones de cuerpos de Lewy dentro de las neuronas.

En la enfermedad de Parkinson pueden aparecer, con menor frecuencia, otros síntomas no motores, como los siguientes: hipotonía; hipotensión ortostática; impotencia; estreñimiento; seborrea; alteraciones de la regulación de la temperatura corporal; y trastornos del sueño. En algunos pacientes puede aparecer un cuadro de demencia en fases avanzadas. 

 

Demencia por cuerpos de Lewy

Es la segunda causa de demencia neurodegenerativa en personas mayores. Es más predominante en varones, y tiene un curso evolutivo fluctuante. Las lesiones cerebrales más características en este tipo de demencia son, al igual que en la enfermedad de Parkinson, la presencia de cuerpos de Lewy, aunque en este caso se acumulan en otras zonas del cerebro que tienen una mayor relación con la cognición. 

A nivel clínico se caracteriza por un deterioro cognitivo que conlleva tanto alteraciones corticales como subcorticales, destacándose un importante déficit en la planificación y la atención. Las personas afectadas suelen presentar también episodios de confusión. En cuanto a la sintomatología predominante a nivel motor, tiene relación con la rigidez, la bradicinesia, y un temblor menos característico. Son también frecuentes las alucinaciones visuales y los delirios, así como los síntomas afectivos, y los trastornos del sueño.

 

Demencia frontotemporal

Es la tercera causa más común de demencia neurodegenerativa en personas mayores, tras la enfermedad de Alzheimer y la demencia por cuerpos de Lewy. Se produce como consecuencia de la muerte neuronal en zonas temporales y frontales del cerebro, dando lugar a una atrofia frontotemporal. En esta enfermedad la situación es más heterogénea en lo referente a la acumulación de proteínas anómalas en las neuronas, ya que pueden encontrarse depósitos de proteína tau, inclusiones de proteína ubicuitina y, en algunos casos, no se producen hallazgos de características histológicas distintivas.

Actualmente se diferencian tres variantes en la demencia frontotemporal: la frontal; la afasia progresiva primaria no fluente; y la variante temporal o demencia semántica.

A nivel clínico la demencia frontotemporal se caracteriza por una alteración conductual y del lenguaje, con una relativa preservación de la memoria y las capacidades visoespaciales en los estadios iniciales. En la variante frontal hay un predominio del trastorno conductual y un cambio progresivo de la personalidad, que se suele manifestar con dificultades para modular el comportamiento, y actividades o respuestas inapropiadas. Cuando el trastorno del lenguaje es predominante, se puede producir, bien una afasia progresiva no fluente, con dificultades de pronunciación y generación de un lenguaje gramaticalmente correcto, o una demencia semántica con falta de comprensión verbal y pérdida del significado de las palabras. 

Existen otras enfermedades neurodegenerativas menos frecuentes, tales como la degeneración corticobasal, la parálisis supranuclear progresiva, y la enfermedad de Huntington, entre otras.